De ciclos ACH a tiempo real: la transición que reduce errores y costos operativos en pagos empresariales

La oportunidad emergió cuando quedó claro que pagar servicios, proveedores o colaboradores no podía seguir atado a un horario bancario. El país operaba 24/7, pero sus pagos interbancarios seguían limitados por una infraestructura pensada para otra época.

El obstáculo no era solo técnico. También había una dependencia cultural: muchos usuarios asumían que una transferencia podía tardar hasta 48 horas y lo aceptaban como parte del proceso. Ese conformismo evitó durante años que el sistema adoptara tecnologías más rápidas e interoperables.

Pero las necesidades del mercado presionaron. Con más fintechs, cooperativas y billeteras en juego, la demanda por pagos rápidos y precisos aumentó. Ahí Bre-B encontró su propósito: hacer que todas esas entidades hablen entre sí en tiempo real, sin barreras técnicas ni costos adicionales de integración.

Sandra Agudo lo resume así: “La diferencia clave frente al modelo tradicional está en la interoperabilidad: Bre-B permite pagos entre entidades sin importar si el origen es una cooperativa, una fintech o un banco tradicional, mientras que antes muchos de estos actores quedaban excluidos o dependían de integraciones costosas y lentas”. Ese matiz cambió la conversación.

La decisión de SUMIA de subirse a este estándar fue estratégica. Su plataforma combina automatización, biometría, tokenización y trazabilidad en un entorno donde cada operación se puede monitorear. La experiencia deja de depender del banco individual y pasa a un esquema estandarizado.

El resultado se traduce en menos rechazos, menos errores y menos validaciones manuales. Las empresas ya no se preguntan “si llegó”, sino “en qué segundo llegó”. Ese cambio no es solo tecnológico: es una nueva forma de operar en la que el tiempo real se vuelve la regla, no la excepción.