Transformar a fibra óptica la infraestructura de la conectividad digital, además de permitir que las ciudades experimenten una era de evolución gracias a la tecnología inteligente, también contribuyen a optimizar la inversión de los recursos públicos locales.
Londres acostumbra a ubicarse a la vanguardia tecnológica, cabe recordar que en 1953 marcó un hito al transmitir por televisión abierta la coronación de la Reina Isabel II. Casi 70 años después, la misma monarca ingresó al mundo digital abriendo su cuenta de Instagram en 2019.
Sin duda, para la capital, y ciudad más poblada de Reino Unido, encabezar las revoluciones industriales globales es una práctica casi rutinaria. Por lo mismo, se esperaba que en 2020 Londres se ubicara nuevamente como la ciudad más inteligente según el índice IESE Cities in Motion.
Liderar una lista de Smart Cities, superando a urbes como Nueva York, París, Tokio y Copenhague, implica diseñar un ecosistema tecnológico donde la Transformación Digital es el común denominador de la administración pública y el entorno privado, como lo es el proyecto Smarter London Together, que pretende ser un plan maestro digital flexible para convertir a la ciudad en la más inteligente del mundo.
Este proyecto establece lineamientos de colaboración tanto público como privados, desde el transporte hasta el servicio de salud. Asimismo, busca trabajar de manera más efectiva con la comunidad tecnológica, las universidades y otras urbes.
Para materializar esta aspiración, opticalizar la infraestructura digital se transforma en un factor determinante, ya que en la actualidad solo esta tecnología ha demostrado tener la capacidad de soportar y satisfacer la demanda generada por el exigente y dinámico ecosistema de una Smart City.
Para Denys de Souza Scheiner, Coordinador de ingeniería de producto y aplicación de Furukawa, explica que “la fibra óptica permite satisfacer las nuevas exigencias de ancho de banda y latencia que demanda la tecnología de 5ta Generación, requisito base para construir ciudades inteligentes. De hecho, para garantizar el funcionamiento de la red 5G y los dispositivos inteligentes -IoT-, en términos de la calidad del servicio, la velocidad y el ancho de banda, se necesitarán más antenas, las que deberán ser conectadas a través de redes ópticas”.
Barcelona, es otro ejemplo de cómo la fibra óptica, además de permitir que las ciudades experimenten una era de evolución gracias a la tecnología inteligente, también pueden ahorrar importantes montos de recursos públicos.
La segunda ciudad más grande de España registró un ahorro de 75 millones de euros (casi US $90 millones) al instalar una amplia red de fibra óptica. Estos recursos fueron destinados para expandir el mercado laboral local en 47.000 nuevos puestos de trabajo relacionados al sector de la tecnología inteligente.
Con la implementación de la fibra óptica, Barcelona logró proporcionar WiFi de alta velocidad, de manera gratuita y compatible con dispositivos IoT, lo que permitió ampliar el alcance de tecnologías inteligentes relacionadas a los servicios básicos, el alumbrado público y el transporte urbano.
Ahora bien, las ciudades que llevarán la delantera en la transición de urbes tradicionales a Smart Cities, serán aquellas que tengan desplegadas redes ópticas robustas, ya que de esta manera podrán concretar las potencialidades de la nueva generación en conectividad digital, como la telemedicina, la automatización a través de dispositivos inteligentes y, en definitiva, mejorar los niveles de servicios y bienestar ciudadano.
“Las ciudades inteligentes rápidamente se están multiplicando, lo que implica importantes desafíos en materia de conectividad. Actualmente, la mayoría de los hogares en Estados Unidos cuentan con al menos un dispositivo IoT. Esta tendencia ya está siendo observada en las grandes urbes de América Latina, y entre más aparatos inteligentes estén operando, más ancho de banda se requerirá para satisfacer la demanda de este futuro inteligente”, concluye Denys de Furukawa.